ESPAÑOL
Y llegó el día de viajar. Luego de meses del llamado de la embajada de EEUU era realidad este sueño. Una beca. Una beca como nominada. Una beca elegida sin postularme. Una beca con viaje incluido a un país que no conozco. Una viaje con todo pago. Un viaje a encontrarme con gente que cree en la transformación a través del arte. Gente que afirma en lo que creo, por lo que lucho y surfeo en aguas profundas, calmas a veces, peligrosas otras... pero definitivamente aguas fértiles y no imposibles. Un viaje al encuentro con personas con mundos interiores diversos, de culturas híbridas y sumamente distintas. Todos juntos en un mismo lugar, en un mismo momento, en una misma misión, en una misma selección.
Llegó el día que Buenos Aires se hizo microscópico hasta desaparecer en la ventanilla de mi avión. Una noche de vuelo y amanecí en Washington DC. Me esperaba un hombre mayor, amable con un cartel con mi nombre y el de mi programa. Conversamos en su auto camino a mi hotel. Su trabajo como voluntario era tan solo eso, trasladarme del aeropuerto al hotel. Me contó muchas cosas de su vida, yo estaba inquieta, tranquila, emocionada, intrigada y un montón más de sentimientos que se fueron acomodando o desacomodando con el pasar de los días.
Unas horas más tardes caminaba bajo el sol por las calles de Washington DC con mis primeros y eternos compañeros del Programa (los nombres en el relato serán sus países) mi hermana Kosovo y mis amigos Dubai 1 y Dubai 2.
No hay comentarios:
Publicar un comentario